Han pasado ya dos días desde aquel mal momento, desatino del destino o mala suerte, como quiera que pueda llamarse a una situación motivada por sentimientos estúpidos de gente ignorante que decide hacer el mal por naturaleza o por seguir alguna moda extranjera.
Eran exactamente las dos de la tarde del miércoles cinco de noviembre, me disponía a tomar el servicio de transporte público en el paradero que se encuentra frente al parque Kennedy en el distrito de Miraflores, en la esquina donde encontramos boticas ‘Fasa’, para esto yo había estado realizando un par de llamadas cuadras antes y frente a mí, con una esquina de ventaja, avanzaba a paso ligero un grupo de 8 personas, cinco eran adolescentes que no sobrepasaban los 18 años y los otros tres sujetos fluctuaban entre los 22 y 30 años.
Los adolescentes llevaban en las manos skates y eran de tez blanca y cabellos rubios, los otros sujetos solo tenían mochilas a cuestas y aparentemente de mal vivir.
Pero es en este paradero o esquina que menciono líneas atrás donde ocurre el desafortunado evento, como nunca, decidí tomar el micro en ese lugar, cuando sin darme cuenta uno de los sujetos mayores del grupo de muchachos se me acerca con actitud amenazadora.
*Antes de describir el delito perpetrado debo aclarar que aquel día toda mi ropa era de color negro, un polo negro con el rostro del gato Félix, un jean pitillo negro y zapatillas negras con plomo, mención aparte se lleva mi peinado que como pueden ver en mi perfil tiene un mechón resbalando por mi frente, pudiendo parecer un emo; sin embargo, no lo soy y así lo fuera nada justifica la violencia.
-Oe Brother, ¿Eres emo?- pregunta el delincuente.-No- respondí y trate de acelerar el paso, pero era tarde.-Si eres Concha de tu madre- gritó el delincuente.Luego de esta agresiva respuesta, el delincuente agitó su cabeza contra mi boca, partiéndome parte del labio superior e inferior.
Estaba desconcertado, nunca he estado involucrado en una pelea. Me lleve una mano a la boca por el dolor y estaba lleno de sangre, no sabia que hacer y solo atiné a gritar: “AUXILIO”, la gente se detuvo pero solo observaba el abusivo espectáculo, el escenario empezaba a darme vueltas mientras que veía a los demás delincuentes detrás de mí.
-Dame tu celular, mierda- Volvió a gritar el delincuente.Mi cabeza seguía dando vueltas y grite: “AUXILIO”, pero parece que para las personas que por ahí pasaban el tiempo se había detenido o el espectáculo se asemejaba al de las mamachas cachascanistas y preferían verlo en silencio, en un cómplice silencio.
Cuando grité por ayuda el delincuente me propinó un segundo cabezazo que esta vez cayo sobre mi brazo. No estaba dispuesto a enfrentarme y mucho menos a seguir recibiendo golpes, saque lo más rápido que pude el celular de mi bolsillo y se lo entregué, él , ni corto ni perezoso lo agarró entre sus manos como si fuera un dulce y con sus demás amigos se alejaba caminando por el parque Kennedy en el distrito de Miraflores.
Ahí estaba yo, parado y ensangrentado esperando la compasión de alguna de las personas que me seguían mirando como si fuera un espectáculo, una señora saco papel higiénico de su cartera y mientras me ayudaba a limpiarme la sangre me preguntaba el porque del robo, llamamos a un policía motorizado que en ese momento pasaba por ahí (tarde como siempre).
-Súbete- me dijo el policía.Pase una pierna por encima de la moto del efectivo policial mientras agradecía a la señora que me había auxiliado. El policía me hablaba, me decía que si veía a los delincuentes no gritara que solo le pasara la voz ahí, yo lo escuchaba pero divagaba, la velocidad a la que iba la mota me enfrentaba a un fuerte viento mientras mi cabeza seguía en el limbo.
Llegamos hasta ‘Larco Mar’ pero fue en vano, no encontramos a nadie.
El resto de la historia fue la búsqueda de mi ayuda celestial, la explicación a mi padre, el abrazo a mi asustada madre, el consuelo de mis hermanas, el bloqueo del celular, el apoyo de mis amigos y sacarle lo mejor a este tipo de situaciones, la precaución.
¿Asalto o ataque anti-emo?, por cualquiera de los dos motivos, ¿es justificable?
En mi mente ha quedado la mirada de odio que me lanzaba el delincuente, un odio gratuito al que nunca he colaborado, porque bien saben los que me conocen que a nadie le hago daño.
…
