Habitantes durmiendo en carpas y esteras, niños que no pueden continuar con sus estudios, pistas llenas de escombros, casas a medio construir y miles de personas desesperanzadas, así se cumple un año del terremoto que marcó a todo un País.
La tarde del 15 de agosto del 2007 quedó grabada en la mente de los habitantes de la región sur del país y aún no pueden despojarse de los recuerdos, mucho menos del dolor que para ellos significa la falta de tenacidad de las autoridades que sacan a relucir cifras y más cifras que no llegan a verse materializadas. Un año después el sur sigue desolado, pero su gente, a pesar de la resignación, intenta sacar fuerzas de donde no hay, para seguir caracterizando al peruano que siempre lucha ante la adversidad.
La vida de los pobladores sureños cambió radicalmente después del terremoto para bien y para mal, luego de este desastre natural el país pudo redescubrir ese don de solidaridad que lleva dentro, se realizaron grandes campañas de donación no solo de ropa sino también de dinero en cuentas especiales para los damnificados, pero ¿Llegó esa ayuda a los afectados?, ¿Puede el país seguir confiando en las autoridades cuando en el sur la realidad parece otra?, más de una pregunta se crea en la mente de los peruanos.
La realidad es que por sobre los grandes millones que el gobierno dice ha empleado para la reconstrucción del sur, por sobre todo eso, existen personas con nombre y apellidos que están en calidad de anónimos, abandonados a su suerte, héroes modestos que son revelados por programas dominicales, ciudadanos que sin otra arma más que sus manos empiezan a movilizarse con la poca esperanza que les queda. Ahora, ante los constantes reclamos de los afectados por el terremoto el presidente de la República Alan García Pérez dice que los pobladores no deben exagerar, sin embargo reconoce ha faltado celeridad en la reconstrucción.
Es bueno recordar, no para lastimar sino para aprender de los errores, hace un año el país desnudo su carencia de preparación para este tipo de desastres, su carencia en rapidez, en precaución, es bueno recordar para adelantarse al futuro y no repetir la historia, para no volver a perder miles de vida por el capricho de la naturaleza.
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